Huracanes, el riesgo sistémico que el país y las empresas aún no han atendido
- jimenezromero
- Nov 18
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Desde la óptica de la gestión integral del riesgo, como lo plantean los marcos de Basilea, un huracán es un evento externo que se convierte rápidamente en un riesgo operativo, reputacional y estratégico. Bajo Basilea, los eventos externos deben gestionarse con criterios de anticipación, estandarización y controles mínimos obligatorios. Pero en la práctica dominicana, la ausencia de un estándar común sobre cómo deben diseñarse, construirse y certificarse las obras de infraestructura frente al riesgo de huracán hace que la exposición dependa más de criterios individuales que de una visión país. Esa dispersión es, en sí misma, una vulnerabilidad.
En República Dominicana, el riesgo de huracán es una realidad anual, pero la forma en que se gestiona, tanto a nivel regulatorio como empresarial, presenta vacíos críticos. Aunque el país cuenta con normas que reconocen el impacto del viento en las edificaciones, no existe un estándar moderno e integral que regule de forma clara la protección de ventanas, muros cortina, perfilería de aluminio, sistemas de vidrio y soluciones arquitectónicas expuestas. El resultado es un espacio de autogestión donde cada desarrollador, arquitecto o suplidor define su propio nivel de protección.
El clima extremo como riesgo global y como prioridad país
Esta fragilidad local ocurre dentro de un contexto donde el clima extremo se ha consolidado como uno de los riesgos globales más serios identificados por la comunidad internacional. Según The Global Risks Report 2025, elaborado por el World Economic Forum en colaboración con Marsh McLennan, los eventos meteorológicos extremos ocupan el segundo lugar entre los riesgos más probables de causar una crisis material global en 2025. En la proyección a diez años, el informe indica que cuatro de los cinco principales riesgos globales serán ambientales, encabezados precisamente por los eventos climáticos extremos. La misma publicación documenta que la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos ha aumentado más de 40 % en las dos últimas décadas, elevando los costos de reparación, seguros y pérdidas económicas asociadas.
En el caso de República Dominicana, esta realidad global encuentra su traducción en una vulnerabilidad estructural bien documentada. El Banco Interamericano de Desarrollo señala que aproximadamente 30 % de la población dominicana vive en zonas altamente expuestas a huracanes y otros eventos extremos, y que los impactos climáticos representan un costo anual equivalente a 0.69 % del PIB, considerando daños directos e interrupciones económicas.
Sin embargo, mientras los marcos internacionales avanzan hacia estándares prestacionales y criterios obligatorios de desempeño para sistemas críticos, la normativa dominicana continúa fragmentada. Ese descalce entre la magnitud del riesgo y la calidad de los instrumentos que lo regulan constituye, por sí mismo, un riesgo de gobernanza.
Un marco regulatorio fragmentado, una visión incompleta de la resiliencia
Desde la perspectiva de gestión de riesgo, el país no opera con un marco unificado de resiliencia. Reglamentos como el código de diseño contra viento, el Reglamento Sísmico R-001-11 y el Manual NISTIR 6867 abordan el impacto del viento desde un ángulo estructural, pero no desde el desempeño real de los sistemas de fachada ligera. En términos simples, regulan que la estructura no colapse, pero no regulan cómo se comportan los elementos que protegen la operación, que es donde realmente se define la continuidad del negocio.
A diferencia de códigos avanzados como el Florida Building Code y los criterios de la High Velocity Hurricane Zone basados en ASCE 7 y en ensayos de impacto y carga cíclica, la regulación dominicana carece de elementos esenciales como resistencia obligatoria al impacto, requisitos mínimos de desempeño para perfiles de aluminio y vidrio, clasificaciones según zona geográfica, pruebas certificadas de comportamiento real y guías de selección de espesores y laminados según exposición y criticidad.
Tres riesgos simultáneos, un mismo punto de falla
El impacto de un huracán expone a las edificaciones a tres riesgos simultáneos en sus ventanas y muros cortina.
Primero, la ruptura del sistema por la velocidad del viento, que puede deformar perfiles, desprender paneles o forzar uniones. En un huracán categoría cinco hablamos de vientos sostenidos por encima de los doscientos cincuenta kilómetros por hora. Dicho de forma sencilla, eso es como si alrededor de diez hombres adultos empujaran ese vidrio y esos perfiles de aluminio con todo su peso, intentando desprenderlos, y luego los halaran hacia afuera cuando cambia la succión. Esa fuerza no ocurre una sola vez, sino en ciclos repetidos durante horas.
Segundo, el daño por impacto de escombros proyectados a velocidades huracanadas, capaces de fracturar vidrio, perforar paneles o colapsar módulos completos. En ensayos internacionales se lanzan proyectiles de madera de varios kilos contra el vidrio a velocidades comparables a un vehículo en tránsito urbano, del orden de 50 a 60 km/h, energía suficiente para atravesar vidrio no laminado y deformar seriamente los marcos si el sistema no ha sido diseñado y probado para absorberla.
Y tercero, el riesgo asociado a la amplificación de la diferencia de presión entre barlovento y sotavento. El viento aumenta la presión en la fachada frontal y genera succión en los laterales y la parte trasera. Esa diferencia crea fuerzas importantes sobre la fachada y, cuando un módulo falla, el viento ingresa y la presión interna se dispara, amplificando la carga total y desencadenando fallas en cadena.
Estos tres factores, actuando simultáneamente, determinan la fragilidad real de un edificio y la velocidad con la que una operación puede quedar comprometida.
La continuidad del negocio falla por lo más frágil, no por lo más fuerte
La continuidad no suele perderse por un colapso estructural, sino por la falla del componente más vulnerable. En República Dominicana, uno de los puntos críticos es la reposición del vidrio y los sistemas de fachada, materiales dependientes de importación que toman entre cuarenta y cinco y noventa días en reponerse.
Una sola ruptura puede dejar instalaciones esenciales fuera de uso durante semanas o meses. Aunque exista seguro, el seguro paga el daño, pero no acelera la recuperación. Mientras el material se fabrica, se embarca y llega al país, la operación permanece detenida.
El punto central es simple: el verdadero costo no está en el vidrio, sino en los días sin poder operar.
Un país resiliente no es el que resiste más, es el que se recupera más rápido
La resiliencia moderna se mide en velocidad de recuperación. Y esa recuperación depende de decisiones tomadas antes del huracán: diseño, materiales, especificaciones, certificaciones y estándares.
Pero mientras el país carezca de un estándar nacional que establezca un piso mínimo de desempeño para ventanas, puertas y fachadas, la responsabilidad recae inevitablemente en cada persona, en cada hogar y en cada empresa.
Porque más allá de si un sistema es “premium”, lo que importa es si está diseñado y certificado para resistir un huracán real. Esto exige preguntas que muy pocos dominicanos pueden responder con certeza:
¿Para qué categoría de huracán está preparada tu casa o tu negocio?
¿Sabes qué tipo de vidrio tienes instalado?
¿Sabes cuál es la resistencia real de tus perfiles de aluminio?
¿Conoces la deflexión que soportan tus módulos y bajo qué normas fueron diseñados?
No se puede gestionar lo que no se conoce, y no se puede proteger lo que no se entiende.
Gestionar el huracán es gestionar el futuro
El huracán no es solo un fenómeno natural, es una prueba directa de la gobernanza del riesgo. Mientras la normativa dominicana permanezca fragmentada, la resiliencia dependerá más del criterio individual que de una visión país.
El desafío no es resistir mejor.El desafío es recuperarse más rápido.
Y eso solo ocurre cuando la sociedad adopta estándares, exige desempeño real y toma decisiones informadas antes de que llegue la tormenta.
Referencias
World Economic Forum & Marsh McLennan. The Global Risks Report 2025, 20th Edition.
Inter-American Development Bank (IDB). Climate Change in the Dominican Republic: Challenge or Opportunity?, 2023.
European Investment Bank (EIB). EIB Climate Survey – Dominican Republic, 2023.
Reglamento para el Análisis y Diseño Sísmico de Estructuras R-001-11, República Dominicana.
NISTIR 6867. Manual de evaluación sísmica y de huracanes de edificios existentes de hormigón para la República Dominicana.
Florida Building Code (FBC), High Velocity Hurricane Zone (HVHZ).
ASCE 7, ASTM E1300 y ensayos de impacto y carga cíclica.
Estudios de resiliencia normativa en América Latina y el Caribe (IDB, CEPAL, ARISE-LAC).

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